El Indalo


Los llamados “muñecos mojaqueros” se pintaban con almagre (arcilla roja para hacer marcas), para salvaguardar las casas y cortijos del pueblo y la sierra de Mojácar. De su origen y su nombre han tratado diversos autores, vinculando el uso del símbolo, con el Neolítico en la provincia, el Ank egipcio o la explosión del más importante movimiento cultural almeriense de los años 50. Sin embargo, todos coinciden en que este símbolo mojaquero, que fue bautizado con el nombre de Indalo, refleja un algo superior que protege y ampara de los posibles riesgos que pudieran acechar a personas y lugares, así como de la ignorancia y posibles males.

Fue entonces cuando el arqueólogo J. Cuadrado conoció las pinturas esquemáticas de la Cueva de los Letreros en Vélez Blanco, donde aparece un cazador al acecho de dos cabras y otra figura que dibujó H. Breil y que pudiera tomarse como origen de nuestro Indalo, si bien no son las figuras más importantes de la pintura, donde destacan tanto el famoso hechicero como los panes y los soles.

Para los Indalianos, la interpretación de este símbolo representaba varias posibilidades: un cazador con su arco extendido, un ídolo en el sentido religioso, o el dibujo de un hombre, con un arco iris, en señal de protección de los malos espíritus o males terrestres. Perceval tomó este último significado, apoyándose en los indalos aparecidos en Mojácar, donde la figura ya existía.

El Indalo, derivado del nombre Indalecio, (Obispo de Urci, que se introdujo en la Península por Almería), encierra en el lenguaje íbero “ Indal” el significado de dios grande, fuerte, poderoso y protector. Mojácar, en el mismo lenguaje “Monxacar”, significa Monte Sagrado.

El Indalo vive entre nosotros, arraigado a esta provincia en general y a Mojácar en particular, desde hace miles de años. Hoy continúa representado en nuestra artesanía, en los muros de nuestras casas, protegiendo nuestros coches o suscitando la curiosidad y la simpatía de nuestros visitantes.